Mapas para entender el escenario electoral

Lic. Milagros Faggiani [*]
Lic. Juan Berón 

Nota para El Estadista. 

En la primera vuelta de las elecciones en Brasil el fantasma de los partidos políticos resurge nuevamente demostrando, por un lado, los bajos niveles de desarrollo partidario y, por otro, el escaso enraizamiento de estos mismos en la sociedad brasileña. 

Desde el fin de la dictadura, históricamente la construcción de identidades políticas y el establecimiento de patrones culturales desde los partidos ha sido un aspecto sumamente débil. 

En este sentido, De Riz en su análisis sobre la estructura partidaria brasileña afirma que “la acción partidaria en estas sociedades fue más la expresión de coaliciones policlasistas que actuaron en nombre del pueblo y de la Nación”. Si bien podríamos hacer una excepción con el proceso de historización social del PT, la realidad multipartidista y limitada de Brasil resuena en cada elección.

Según el comportamiento electoral que dejaron los comicios de la primera vuelta, podemos observar en el mapa 1 (izquierda) los resultados por municipios con una clara definición del norte, territorio conquistado por Lula da Silva, y el sur, como espacio consolidado por Jair Bolsonaro. Aún así, en el mapa 2 (derecha) se observa un gran avance del PT en municipios que había logrado Bolsonaro en el 2018, dejando en evidencia un notorio avance del Partido de los Trabajadores en las zonas más productivas del país. 

Ahora bien, los resultados reflejan más que una sociedad polarizada y centralizada en dos grandes coaliciones. Existe una clara deficiencia de los partidos políticos para llegar al poder por sí solos, escenario que se repite en diversos países de la región. La herencia de las coaliciones llegó para quedarse y, específicamente en Brasil, se complejiza si tenemos que pensar en el bajo grado de nacionalización de los partidos, provocando que estos deban construir alianzas con espacios políticos que lideran regiones sumamente diversas. Gobernar Brasil, es gobernar una de las democracias más grandes del mundo, y sin ayuda de aliados de sur a norte la tarea se hará cuesta arriba. Es por eso que el reciente apoyo de Simone Tebet y Ciro Gomes, quienes reúnen más de 8,5 millones de votos, serán claves para el posible triunfo de Lula en segunda vuelta.

Esta polarización, además, tiene un gran componente económico y étinico-racial que incide en los resultados. ¿Qué determina que un ciudadano vote por algún partido o candidato en particular? En ese sentido, el enfoque sociológico del comportamiento electoral, explica que las condiciones estructurales, como el territorio, la clase o la adscripción a comunidades étnicas, son capaces de explicar el comportamiento de los votantes. Aparecen así clivajes, que consisten en fracturas sociales generadoras de divisiones políticas latentes capaces de enmarcar los alineamientos estructurales que articulan la composición política de un país. 

De esta manera, quisiéramos destacar dos clivajes que tuvieron mucho impacto en la elección de Brasil. En primer lugar, el económico, como se puede ver en el mapa 3, existe una concordancia entre las regiones de menor producto interno bruto (PIB) y aquellas en las que Lula ganó la votación. En ese sentido, la situación económica irrumpe de lleno en estas elecciones. 

En un contexto donde se habla de la vuelta de Brasil al “Mapa del Hambre” de la ONU. En 2021, el 28,9% de la población brasileña padecía “inseguridad alimentaria moderada o severa”. De esta manera, la gestión de Bolsonaro no ha logrado aplacar las grandes necesidades de los sectores con menos recursos. Desde la otra vereda, Lula carga con el éxito del programa Hambre Cero durante su presidencia y, ahora, la lucha contra el hambre es nuevamente una de sus propuestas de campaña. 

En segundo lugar, otro clivaje que llama la atención es el étnico racial. Como explican Márquez Romo y Martínez-Hernández, la adscripción étnico-racial forma parte del conjunto de circunstancias estructurales que definen a las sociedades latinoamericanas. En este marco, Brasil es el país con la segunda mayor población negra del mundo y durante 2021, se registraron 20.000 denuncias de delitos raciales, según el Foro de Seguridad Pública Brasileño. 

De esta manera, una vez más vemos en los mapas cómo en las regiones que muestran más conglomeración de pueblos indígenas y de personas morenas o negras, también es donde más votos consiguió Lula. El ex presidente también hizo de este uno de sus temas de campaña y cuando se reunió con los pueblos indígenas anunció: “Vamos a necesitar un Ministerio de Pueblos Indígenas, comandado por un indígena, no por un blanco como yo”. También en términos de políticas raciales, Lula ha recordado la promulgación del “Estatuto racial” una normativa que buscaba disminuir la discriminación y la violencia contra las personas afrobrasileñas. 

En contraposición, desde el oficialismo Bolsonaro recibe las protestas de 8.000 indígenas de todo el país que se dirigieron a Brasilia para denunciar el proyecto de ley del gobierno que permite la minería dentro de las tierras ancestrales. También ha sido catalogado de racista por muchos líderes sociales negros. Y es que  se ha jactado de hacer chistes despectivos como cuando le preguntó a una persona de tez morena “¿Cuántas arrobas pesás? Más de siete ¿no?”. 

De esta manera, gane quien gane el 30 de octubre, tendrá el desafío de gobernar una sociedad sumamente polarizada. Donde la conversación política estará centrada en la necesidad de acuerdos para mantener las coaliciones. Mientras que la conversación social poco sabe de consensos y se enfrenta a escenarios cada vez más adversos. La pregunta será entonces si los partidos políticos son capaces de construir internamente estructuras dinámicas que se adapten al contexto que se avecina.

Referencias

De Riz, L. (1986) Política y Partidos. Ejercicio de Análisis Comparado: Argentina, Chile, Brasil, Uruguay. Desarrollo Económico Vol XXV N°100, 1-30.

 Romo, C. M., & Martínez-Hernández, A. A. (2022). El clivaje étnico en México: elecciones presidenciales de 2018. Apuntes Electorales, 21(67), 101-136.

Hablar de “arroba” refiere a una comparación con los animales, se trata de la medida empleada para dimensionar el peso del ganado vacuno y porcino.

[*] Milagros Faggiani es Lic. en Ciencia Política (UCC). Coordinadora del Área de Comunicación Política en Analítica 427. Ha participado en el diseño e implementación de la estrategia de comunicación política digital en numerosas campañas electorales de nivel local y regional, en Argentina y América Latina. Autora de numerosas notas de opinión y artículos académicos vinculados a la participación política, la comunicación y la perspectiva de género.