En la primera vuelta de las elecciones en Brasil el fantasma de los partidos políticos resurge nuevamente demostrando, por un lado, los bajos niveles de desarrollo partidario y, por otro, el escaso enraizamiento de estos mismos en la sociedad brasileña.
Desde el fin de la dictadura, históricamente la construcción de identidades políticas y el establecimiento de patrones culturales desde los partidos ha sido un aspecto sumamente débil.
En este sentido, De Riz en su análisis sobre la estructura partidaria brasileña afirma que “la acción partidaria en estas sociedades fue más la expresión de coaliciones policlasistas que actuaron en nombre del pueblo y de la Nación”. Si bien podríamos hacer una excepción con el proceso de historización social del PT, la realidad multipartidista y limitada de Brasil resuena en cada elección.