Lo Humano, lo Biológico, lo Solidario y lo Metodológico

Lic. Lisandro Nicolás Godoy [*]

En los últimos días, y al compás del avance de la cuarentena que tiene a gran parte del mundo en un aislamiento social más o menos voluntario, avanzan, se producen y se reproducen las intervenciones, opiniones, discusiones e informaciones vinculadas a la temática. Los formatos y los enfoques que abordan la cuestión son tan variados como la cantidad de personas interesadas en la misma: sociólogxs, politólogxs, filósofxs, comunicadores, periodistas, políticxs, curiosxs, instagramers, youtubers, farandulerxs, comerciantes, administradores, educadores, activistas y cualquier tipo de persona random. Todos reunidos alrededor de la fogata del coronavirus de turno.

No obstante la variedad de productores de contenido, llamativamente hay algunos tópicos que se repiten incesantemente y que poco a poco parecen ir tomando la forma de piedra filosofal, tanto para el diagnóstico de la situación, como también, para la salida de la misma. Por supuesto que no todas las intervenciones tienen la misma intención ni el mismo tenor, nada sería más falso que sostener eso. Lo que decimos, sencillamente, es que tanto cuando se hace como crítica, como cuando se lo propone como solución, tanto como cuando se lo muestra como aparición como cuando se lo reclama por su ausencia, hay algunas nociones que se aparecen con un grado de insistencia al menos llamativo. Por un lado, la relación entre lo Humano y lo Natural, por otro lado, la noción de la Solidaridad.

Estas dos nociones, según creo, vienen sirviendo como ejes ordenadores de las reflexiones pandémicas en muchos diferentes niveles para las diferentes voces involucradas en el debate. Entre las dos funcionan como un particular cifrado de extremo a extremo en donde lo que se garantiza no es el contenido del mensaje sino la clave de lectura: el puerto de entrada encripta el mensaje bajo la tensión Humano/Natural y el de salida recibe esto a la vez que le adiciona el debate alrededor de lo Solidaridad. Las veamos con un poco de detenimiento.

La primera, la relación entre Humano/Naturaleza, que en adelante llamaremos Humano/Biológico para no caer en un debate netamente ecologicista, sino que, sin abandonarlo, podamos también pensar en todas las relaciones que suponen al ser Humano con su entorno. Las relaciones y articulaciones entre Lo Humano y Lo Biológico (o la porción de realidad a la que hemos convenido llamar así los propios humanos) siempre han estado presentes y es difícil pensar que en algún momento de la coexistencia de ambas dimensiones una pueda absorber totalmente a la otra. Más preciso sería, tal vez, decir que de las tensiones que surgen de su relacionamiento emergen una gran variedad de efectos que repercuten en ambas esferas. Una de ellas son las tecnologías sociales de gestión de lo biológico, dentro de las cuales está lo Biopolítico; entendido en sentido amplio: “operaciones de poder que buscan gestionar poblaciones”, como señala Judith Butler. Ahora, estas operaciones pueden ser muy variadas: instituciones, técnicas de conocimiento, modelos de producción, diseño de espacios urbanos y rurales, etc.

Hasta el momento la relación había encontrado una cierta estabilidad, a veces más precaria, a veces más sólida, pero en la cual el Estado era el gestor de lo biológico. Si lo reducimos a nuestros términos iniciales, lo Humano gestionaba lo Biológico. Un aspecto curioso de nuestra situación actual es que, a través de algunas de esas técnicas de gestión de lo biológico en sentido amplio, como lo son la hiperconectividad, la industrialización intensiva de la producción alimentaria y la primacía de la libertad de comercio por sobre cualquier regulación del tipo laboral o sanitaria, lo Biológico sobrepasó a lo Humano en forma pandémica. La relación Humano/Biológico se tensó y ya no está tan claro quién gestiona a quién.

En este punto el concepto de Solidaridad comienza a trazar su importancia, pero veamos de qué manera comienza a surgir la pregunta que le da cabida: como dijimos, difícilmente en la relación Humano/Biológico un término pueda ser reductible al otro, al menos mientras se dé la existencia concomitante de ambos. También dijimos que un combo de técnicas de gestión, llamemos pre-pandémicas, tuvo un rol clave en la situación actual. Si asumimos, así sea por un momento, la validez de estas premisas, no sería injustificado el miedo o la inquietud con la que algunas personas del debate público miran al futuro próximo. ¿Cómo se reacomodará la relación Humano/Biológico? ¿Cuáles serán las tecnologías de gestión post-pandémicas que nos legará esta rearticulación que, por el momento, está fuertemente impregnada por el discurso sanitarista y la tecnología médica?

En las respuestas a estas preguntas, algunxs son más optimistas que otrxs. Pero ya sea para enunciarla como la obviedad en camino o para reclamarla como la oportunidad perdida, aparece casi sin falta la idea de Solidaridad.

Breve guía metodológica para el momento

 

Al leer el subtítulo que acompaña a esta parte del texto uno podría pensar que lo que se avecina es una guía metodológica que prevenga el contacto con el coronavirus o dé pautas para que el aislamiento social sea más efectivo, eficiente o incluso divertido. Nada más lejano. La guía metodológica que creemos necesaria está más ligada a la forma tradicional en la que nos hemos acercado a la metodología, la escolástica. Esa materia que muchxs hemos tenido en diferentes trayectos formativos y que tal vez nunca supimos bien para qué nos servía en la vida real. Bueno, aquí esbozaremos un intento de respuesta a esa pregunta. Por supuesto nos tomaremos algunas licencias metodológicas para hacerlo, pero trataremos de dejar planteado el punto central.

Hace pocos días apareció una nota en un diario de tirada masiva en donde se comentaban los casos de algunxs médicxs, enfermerxs y farmacéuticxs que eran hostigadxs, amenazadxs y perseguidxs por sus vecinxs con el fin de que dejaran la vivienda que habitaban por ser considerados personas peligrosas, debido a su alta exposición al virus en su ambiente laboral. A medida que pasa el tiempo, este tipo de noticias se hace más frecuente y se multiplica en el espacio. También comienzan a multiplicarse lxs enemigxs.

Es en este punto en donde lo metodológico se cruza con lo Solidario. Podemos decir brevemente, y sin duda con un dejo de simplismo, que la metodología es una disciplina conectora, un mediador entre las nociones más abstractas de lo teórico o filosófico, por un lado, y lo concreto de la realidad, o lo medible, por el otro. De alguna manera, es la única forma que tenemos de intentar transitar el camino desde lo más básico hasta lo más complejo sin que todo trastoque en un caos de aleatoriedad y sinsentido.

Cada unx de nosotrxs aplica uno o más elementos metodológicos para codificar los más variados aspectos de la vida cotidiana. Y la metodología como disciplina en sí se ha dado, con el tiempo, diferentes herramientas técnicas para hacer comprensibles tales o cuales cuestiones según su naturaleza o la perspectiva desde la cual puede o quiere abordársela. De esta forma es que las metodologías son muchas y variadas pero la metodología en sí es un gran ente articulador entre lo abstracto y lo concreto, que opera siempre y en todo lugar que haya o pretenda haber comunicación.

Es en este sentido en el que parece bastante imperioso “ponerse metodológico” a la hora de hablar de la situación actual. Si la pregunta que prima en este momento es: ¿qué viene luego? Y una gran y amplia gama de respuestas habla de la importancia de la solidaridad, entonces “pongámonos metodológicos” a la hora de definir la solidaridad. No nos quedemos masivamente en la repetición automática de llamamientos colectivos como que “nadie se salva solo” o “de esta salimos todos juntos”. No porque tales llamamientos sean malos per se, sino porque nadie está diciendo específicamente qué significan. Y no vaya a ser que a la hora de que alguien finalmente los defina lo haga de una manera poco solidaria, de una manera violenta, punitiva y excluyente. Recordemos, en tiempos en los que clamamos por la vuelta a la normalidad, que la normalidad de la que venimos no estaba siendo muy solidaria que digamos. Hablemos de solidaridad, hablemos de unidad si se quiere, y de cooperación, pero cuidado que no sea una solidaridad, una unidad o una cooperación tramposas como lo advierten ya algunas voces.

Han aparecido también en los últimos días en redes sociales muchas disputas, reclamos u observaciones muy llamativas: algunas pedían a quienes están incómodos con la cuarentena que empatizaran la próxima vez que visitaran o quieran visitar un zoológico, poniéndose en el lugar de quien pasa su vida entera en una cuarentena obligada e injusta. Otras interpelaban agudamente a quienes denunciaban a sus vecinos por salir a comprar algún que otro vívere, pero hacían oídos sordos a casos de violencia de género cuando se daba en el “ámbito doméstico”. Entonces, ¿una delación es solidaria pero la otra no? ¿Por qué una tiene más derecho a hacerse en nombre del bien común que la otra? Seamos cautos a la hora de definir conceptos o mejor aún, seamos cuidadosos con usarlos sin saber quién y cómo los define, quién y cómo establece los mecanismos para su medición, quién y cómo reglamenta los medios idóneos por los cuales se corrigen, suprimen o remplazan.

Que no se confunda esta apología de la metodologización del asunto con una apología del academicismo o de la tecnocracia, este es un asunto que de una u otra manera nos corresponderá a todxs, pero bien harían lxs profesionales y técnicxs de las ciencias sociales y la política en no dejar pasar esta coyuntura. Utilicemos las técnicas que nos sean más propicias, busquemos indicadores o consecuencias observacionales, midamos a partir de líneas de base, entrevistemos, encuestemos o lo que juzguemos más pertinente. Pero no reduzcamos el problema a la herramienta de medición ni dejemos que algunxs pícaros, entre gallos y media noche, nos digan qué es lo que hay que observar y qué es lo que hay que dejar librado al regreso irreflexivo de la vieja normalidad.

[*] Lisandro Nicolás Godoy es licenciado en Ciencia Política por la Universidad Católica de Córdoba (UCC). Doctorando en Estudios Sociales de América Latina (CEA-UNC). Se encuentra realizando una sociología histórica del concepto de Dignidad en América Latina. Es especialista en planificación de gobierno y en la elaboración de sistemas de control de gestión. Coordinador del área de Asistencia Técnica para las Políticas Públicas en Analítica427.

[*] Imagen prediseñada: Frena La Curva, plataforma ciudadana para la canalización y organización de la energía social y la resiliencia cívica frente a la pandemia del Covid-19 (coronavirus).